viernes, 20 de enero de 2023

Mensaje de San Antonio Abad

 


 Mensaje de San Antonio Abad

17 de enero 2023

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Yo Antonio Abad, su hermano mayor, les doy aquello que la experiencia en vida terrenal me ha enseñado, muchísimos años permanecí haciendo frente a las tentaciones que satanás enviaba contra mí, me atormentaron tentaciones muy fuertes, me asaltaban las dudas sobre la validez de la vida solitaria y humilde que llevaba, el temor, la angustia y más, al consultar con otros hermanos ermitaños me aconsejaron separarme aun más radicalmente del mundo, seguí su consejo, me cubrí con un paño áspero y me encerré en una tumba excavada en una roca cerca del pueblo de Coma.

Allí fui atacado y golpeado fuertemente por el demonio, hasta dejarme inconsciente y gravemente herido, fui ayudado por personas que asistieron a la cueva para darme comida y me llevaron a la iglesia del pueblo para que me recuperara, por eso doy fe de que los ataques del demonio son reales verdaderos, hieren el cuerpo y el alma, yo sufrí los ataques y asechanzas de satanás, por eso, doy testimonio fiel de ello, el demonio existe, es real y la mejor arma que tiene es hacer creer al mundo que solo es un mito, de esta forma puede actuar más fácil, sigilosamente y sin ser descubierto con facilidad.

Satanás me presentaba en la mente todo el gran bien que pude haber hecho, si en vez de repartir mis riquezas a los pobres las hubiera conservado para extender la religión y también me mostraba lo antipática y fea que sería mi futura vida de monje ermitaño, trataba de que me sintiera descontento de la vocación a la cual Dios me había llamado; como no lograba desanimarme, entonces el demonio me trajo en las más desesperantes tentaciones contra la pureza, me ponía en la mente toda clase de imágenes impuras, pero yo recordaba las palabras de Jesús: Vigilad y orar para no caer en la tentación.

Ciertos malos espíritus, no se alejan sino con ayuno y oración, entonces me puse a vigilar mis sentidos, ojos, oídos, etcétera. Para que ninguna mala imagen o atracción me sedujera, y luego empecé a orar mucho y ayunar fuertemente, pasaba muchas horas de la noche y el día orando, no comía ni bebía nada jamás antes de que ocultará el sol, mi alimento era un poco de pan o de dátiles, un poco de sal y agua. Otro día el demonio enfureció porque no lograba vencerme y me dio un golpe tan violento que quedé como muerto, vino un amigo, creyéndome ya cadáver me llevó a enterrar, pero cuando ya estaban disponiendo los funerales recobre el sentido y volví a orar y a meditar en soledad.

Allí le dije a mi Señor, ¿a dónde te habías ido mi buen Dios cuando el enemigo me atacaba tan duramente? Y una voz del Cielo me respondió: “Yo estaba presenciando tus combates y concediéndote fuerzas para resistir, Yo te protegeré siempre y en todas partes, no recibirás nada mayor a tus fuerzas”.

Al paso de los años sentí una vos interior que me invitaba a dedicarme a la soledad absoluta, hasta entonces había vivido en una choza y cerca de otros acetas, la palabra “aceta” significa el que lucha por dominarse a sí mismo, la gente llamaba acetas a los cristianos fervorosos que se dedicaban con la oración, el sacrificio y la meditación a conseguir la santidad. Había vivido varios años cerca de un grupo de ellos y había aprendido cuanto ellos podían enseñarme, entonces me sentí capaz de alejarme a tratar de entenderme a solas con Dios.

Tuve una visión en la que un ermitaño como yo llenaba el día dividendo su tiempo entre la oración y el tejido de una soga, de esto deduje que además de la oración, uno tiene que dedicarse a una actividad concreta para ayudar a los demás y a uno mismo, hoy les dejo estos consejos, no vivan tan preocupados por el cuerpo sino por la salvación del alma, cada mañana piensen que pude ser el ultimo día de su vida y vívanlo tan santamente como si en verdad lo fuera, ejecuten cada acción como si fuera la ultima de su vida, recuerden que los enemigos del alma son vencidos con la oración, la mortificación la humildad y las buenas obras y se alejan cuando se hace el bien con la Señal de la Cruz.

Para combatir la impureza hay que pensar frecuentemente en lo que espera al final de la vida, muerte, juicio, infierno o Gloria; les insisto en que se esfuercen en llegar a ser mansos y amables, que no busquen ser alabados o muy estimados, lo que obtengan con el trabajo de sus manos compártanlo con los pobres, que su principal preocupación sea siempre, apreciar y a amar cada día más a Jesucristo.

También les digo esto, terribles y pérfidos son nuestros adversarios, sus multitudes llenan el espacio, están siempre cerca de nosotros, entre ellos existe una gran soledad dejando a los más sabios explicar su naturaleza, contentémonos con enterarnos de las astucias que usan en sus asaltos contra nosotros.

Los rezos y las lágrimas purifican hasta lo más impuro, los más puros son los que con más frecuencia se ven acosados por las arteras mañas del demonio.

Esfuércense en no poseer nada que no puedan llevar a la tumba, es decir esfuércense por alcanzar la caridad, la dulzura y la justicia; toda prueba les es favorable, si no hay tentaciones no se salva nadie.

Digo a los que se hayan al borde del desánimo, sopesando su fragilidad espiritual, nada es tan vano como la desesperación, lloren que las lágrimas lavan el alma, lloren sin descanso hasta que la losa de plomo que pesa sobre ustedes se derrita con el calor y amor de sus lágrimas.

Un cazador vio que me recreaba en el desierto con otros hermanos y se escandalizó, entonces le hice ver la realidad con un hecho, pon tu flecha en tu arco y ténsalo, el así lo hizo, le repetí: Ténsalo de nuevo todavía más, el cazador respondió, si tenso más mi arco, más de lo que resiste lo romperé, entonces le dije: Lo mismo ocurre con las cosas del Señor.

Si aplicamos a los hermanos una medida superior a la que pueden soportar, pronto se quebrarán, es necesario pues, condescender de ves en cuando con sus necesidades. Apliquen esto mismo entre ustedes, tengan caridad y comprensión entre ustedes mismos, no todos llevan el mismo peso sobre sí; un hermano en dificultad me pidió, ruega por mí, a lo que respondí, no tendré lástima de ti ni Dios tampoco si tu mismo no pones de tu parte y suplicas con fe y humildad a Dios; recuerden hermanos, hay espíritus mal humorados, siempre escandalizados, más preocupados de la observancia que del hombre. A estos rigoristas a quienes se dirige esta lección de libertad espiritual, es a quien les hablo, es necesario dominar incluso la seriedad, la persona verdaderamente seria es dedicada, transparente, amorosa y luminosa.

Intercedo por todos ustedes para que Dios les de la Gracia de saber dominarse tan perfectamente así mismos y dedicar su vida a la oración y hacer el bien a los demás, que no busquen darle gusto a su egoísmo, sino que, dediquen su vida a amar a nuestro Dios y así servir a los prójimos.

Su hermano en Cristo,

 Antonio Abad.

Habla la Inmaculada Virgen María:

Soy su Madre la Siempre Virgen María y los bendigo con Mi Amor eterno en el nombre de la Santísima Trinidad. AMEN, AMEN, AMEN.