09 de diciembre 2022
Habla la Siempre Virgen María de Guadalupe:
“E” no temas, escribe para todos Mis
guerreros y tus hermanos, Yo que veo tu cansancio, puede ser que Mi hijo
Sacerdote “O”, te ayude a leer este Mensaje, de bien querencia, dulzura y
suavidad, solo en caso de que tú no puedas.
En 1531 por Gracia Divina, puse Mis Pies
en tierra mexicana, historia que se ha descrito en el “Nican Mopohua”.
Hijitos Míos, recuerda a uno de los
más humildes de Mis siervos, quien se describió ante mí como un pobre
hombrecillo, se trata de Juan Diego Cuautlatoatzin,
a quien amo tiernamente como a un hijo pequeño y delicado, Juan Diego recibió
cuatro visitas Mías y en cada una hay un diálogo y un Mensaje especial, quien
mejor que él mismo para hablarles de esa experiencia de conversión, salvación,
unión y sobre todo de amor hacia todos Mis hijos escúchenlo y saboreen este
humilde y bello mensaje.
Habla San Juan Diego
Cuautlatoatzin:
¡Señora mía, ya voy a cumplir Tu Mandato
de este día, soy Juan Diego Cuautlatoatzin y tuve la bendición de ver en vida
terrena a la perfecta Virgen Santa María, Madre de Dios, nuestra Reina, haya en
el cerrito del Tepeyac de nombre Guadalupe, desde el primer encuentro la
relación fue de ternura y sencillez, como la de una madre con su hijo, la
señora del cielo me llamo su hijo con dulzura y yo, reconocí en ella la voz de
mi madre y me preste inmediatamente a servirla y atender sus pedidos.
PRIMERA APARICIÓN
Estando en el camino por el Tepeyac, escuché
un canto muy suave y deleitoso que sobrepasaba al del coyóltotl y del imizcan;
y de esos pájaros lindos. Después, escuché una dulce voz que me llamaba, no dudé
en acercarme, era la Señora del Cielo y Niña mía, quien me saludó y me hizo
saber Su Santa Voluntad, la escuche con atención, me dijo, que yo era el más
pequeño de Sus hijos y Ella la Siempre Virgen María, Madre del Verdadero Dios
por Quien se vive, el Creador de todo, el Dueño de la cercanía y de la
inmediatez, el Dueño del Cielo y Dueño de la tierra, me dijo que mucho quería,
mucho deseaba un Templo, para en él mostrar y dar todo Su Amor, Su Compasión, Su
Auxilio y Su Salvación, me apresuré a cumplir Su Mandato contándole esto al
señor Obispo.
Yo, su humilde siervo, no hubo lugar
en mí para la duda, solo obedecí para cumplir lo que mi tierna Señora me pidió,
Ella solicitó de mí con mucha dulzura, cumpliera yo Su Mandato y que tuviera yo
la bondad de poner todo mi esfuerzo en ello, nunca me exigió nada y con ternura
de Madre habló a mi corazón, como les ha hablado a ustedes por medio de Mensajes
y Señales para invitarlos a hacer la Voluntad Divina.
Expresé al Obispo Su Pensamiento y Su
Palabra, tal y como Ella me lo mandó, el Obispo me recibió amablemente y me oyó
con atención, pero, por lo que respondió, como que no lo entendió y no lo creyó,
pensó que todo era invención mía y eso me entristeció el alma.
Alguno de ustedes también han dudado
de las palabras y señales que han recibido, y de la enorme Misión que se les ha
dado, sigan escuchando y meditando para que comprendan.
SEGUNDA APARICIÓN
Tal era mi tristeza por no haber sido
capaz de cumplir bien el mandato y deseo de Mi Señora, que al ver por segunda
vez a la Niña mía le pedí que alguno de los principales conocidos, respetado y
estimado, le encargara que llevara Su amable Aliento, Su amable Palabra, para
que le creyeran, me sentí pequeño, inútil y le dije:
¡Yo soy un campesino, soy mecapal,
soy parihuela, soy ola, soy ala, yo mismo necesito ser llevado a cuestas, hija
mía, Niña mía, me mandas a un lugar donde no ando y no paro, perdóname que te
cause gran pesadumbre y caiga en Tu enojo, Señora y Dueña mía. Así ustedes, han
habido momentos en los que se han sentido indignos, insignificantes, pequeños,
cobardes; y se han sentido nada y se han preguntado, porque habiendo otros mejores, más inteligentes, más importantes, más
valientes, Me has elegido a mí y se han sentido incapaces de hacer lo que
nuestra Madre y Señora del Cielo les pide.
Y nuestra hermosa y tierna Madre ante
eso les responde como a mí:
¡Escucha el más pequeño de Mis hijos,
ten por cierto que no son escasos Mis Servidores, Mis Mensajeros, a quienes
encargue que lleven Mi Aliento, Mi Palabra, para que efectúen Mi Voluntad, pero es necesario que tú, personalmente
vayas, ruegues, que por tú intercesión se realice Mi Querer, Mi Voluntad, mucho
te ruego y confió que hagas Tú Mi Querer y Voluntad!
Ella solo espera, que con fe y
humildad hagan lo que se les pide y que le digan, Señora y Reina mía, mi Muchachita,
que no angustie yo con pena Tu Rostro, Tu Corazón, con todo gusto iré a poner por
obra Tu Aliento y Palabra, de ninguna manera lo dejaré de hacer, ni estimo por
molesto el camino, iré a poner en obra Tu Voluntad, pero tal vez no seré oído;
y si fuere oído, quizá no seré creído, Señora y Niña mía, descansa otro poquito.
Ella espera que sean obedientes,
dóciles, que no duden de Su Aliento, de la Divina Voluntad de Sus Mensajes, Ella
espera que le sirvan con sencillez y humildad.
TERCERA APARICIÓN
Otra vez no creyeron en lo que Mi Señora
me había dicho; y me pidieron una prueba para mostrar que yo estaba diciendo la
verdad, fui donde la Niña mía y le pedí esa señal; y Ella generosa accedió a
dármela.
Si ustedes confían en el aliento
(soplo) de la Santísima Virgen María, en Sus palabras, en la Divina Voluntad
para cada uno de ustedes, en la misión que Dios les ha conferido, Ella pagará
su cuidado, el trabajo y cansancio que por Ella hayan tenido.
CUARTA APARICIÓN
Yo quise cumplir con Mi Señora del Cielo,
pero mi tío Juan Bernardino, había enfermado repentinamente y traté por todos
los recursos curarlo, pero todo fue en vano, así que fui por un Sacerdote para
asistirlo, traté de huir de la Santísima Virgen María pero Ella con Infinito Amor
y compasión fue a Mi encuentro, de igual forma ustedes algunas veces, han
dejado su tarea espiritual por atender asuntos mundanos; pero pueden decirle lo
que yo, Señora Jovencita mía, te ruego me perdones, tenme un poco de paciencia
porque con ello no te engaño y en cuanto la piadosa, y perfecta Virgen los
escuche, les responderá con amorosa ternura lo que a mí:
“Oye, ten entendido hijo Mío, el
más pequeño, que es nada lo que te angustia y te aflige, que no se turbe tu
corazón, no temas esa enfermedad ni otra angustia, ¿No Estoy Yo aquí que Soy tu
Madre, no estás bajo Mi Sombra, no Soy Yo tu salud, no estás por ventura en Mi
regazo, no estás en el hueco de Mi Manto, en el cruce de Mis Brazos? ¿Que más
has de menester?, ¡No te apene ni te inquiete otra cosa, no te aflija la
enfermedad de tu tío que no morirá ahora de ella, está seguro de que ya sanó!
Estas palabras de la Señora del Cielo
en ese momento me consolaron mucho, entonces, le rogué que me dejara cuanto
antes cumplir su mandato, de igual manera, si ustedes confían en la bondad de
nuestra tierna Madre, Ella se encargará de todas sus aflicciones terrenales,
para que cada uno pueda cumplir con los encargos que Ella les haga, Ella me
pidió dulcemente ir a cortar flores, encargo imposible, dado que al lugar donde
me envió nunca las había y menos todavía ese tiempo de intenso frio y sequedad,
pero no dude de Su palabra, encontré hermosas rosas y las llevé como señal de
la Señora del Cielo.
Por medio de Su Bendición en ellas,
quedó su tierna y celestial Imagen Divina en mi Ayate, permaneciendo viva para
todos hasta el día de hoy.
Intercedo por ustedes ante la
Santísima Trinidad para que sean sencillos, humildes, tengan fe y confianza,
quedo de ustedes su humilde servidor y hermano Juan Diego Cuautlatoatzin.
Pequeños Míos, Mis encuentros con
Juan Diego, Mi Mensajero, fueron siempre de amor y siempre Me refiero a él y en
él a todos ustedes como Mi hijo predilecto, como lo más amado y consentido, Mis
palabras son en todo momento un llamado a Mi amor y protección, a que voluntariamente,
todos acudan a Mí y hagan a través de Mí la Voluntad de Dios.
La actitud de Juan Diego así como sus
palabras, son como las de un niño inocente y maravillado por lo que escucha y
ve, no se asusta, no cuestiona, no duda, solamente ama y cree, su corazón
humilde sencillo y devoto permitió que desde el inicio Me reconociera como la Siempre
Virgen María, Su Madre, aprendan de él para que así sean todos ustedes.
SOY SU MADRE LA SIEMPRE VIRGEN MARÍA
DE GUADALUPE Y LOS BENDIGO CON MI ETERNO AMOR.
AMEN, AMEN, AMEN.