Mensaje de la Virgen del
Perpetuo Socorro 27 de junio 2023
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Habla la Virgen del Perpetuo
Socorro:
Hijos
de Mi Corazón, Soy Su Madre, la Siempre Virgen María del Perpetuo Socorro quien
hoy les da este breve Mensaje, para recordarles que como Madre cuido al Niño
Jesús y con Él a todos ustedes.
Yo
sostengo en Mis Brazos de manera amorosa a Mi pequeño Jesús y a toda la humanidad.
“Perpetuo Socorro” significa remedio en todos los males, remedio no de un día, sino
perpetuo, desde la cuna hasta el sepulcro; socorro en todo sin cesar. Perpetuo Socorro
quiere decir: consuelo en las aflicciones, en la pobreza, en la enfermedad, en
los trabajos; fuerza para salir del pecado, sea mortal, sea venial, y para no
recaer en él.
Perpetuo
Socorro quiere decir: constancia en el servicio del Señor y por tanto perseverancia
final.
Perpetuo
Socorro significa que, aun cuando ocurran circunstancias o situaciones en que
todo pareciese desesperado, todavía quedad un recurso seguro: Mi protección
como su Amorosa Madre. Ya ves, ¡oh hombre!, cualquiera que seas y por grandes
que sean las angustias de las que te sientas oprimido, que no tienes motivo
para desalentarte, hallando en mi Perpetuo Socorro una bondadosa Madre, que te
socorre en todas tus miserias: si confías en Mí, te socorreré continuamente.
Como su madre del Perpetuo Socorro los ayudo a salir del pecado. A salir de la
tibieza de espíritu y los protejo en las tentaciones.
Ayudo
a Mis devotos en todas las necesidades y penas de la vida. ¡Pobre alma! No te desalientes.
Soy tu Madre veo las muchas y varias calamidades que te aquejan; Yo veo lo que
atormenta tu cuerpo y aflige tu alma. Veo tus miserias y con corazón tierno y
benigno me compadezco de ellas, extendiendo mi mano a ti en cualquier
necesidad; pues éste es el oficio que Dios en el Cielo me encomendó. Hijos míos,
yo los sostengo en la práctica de las virtudes. ¡cuántas dificultades no se
encuentran en el camino que lleva al monte santo de la perfección! Pero yo los
acompaño y protejo con mi amor. ¡Yo les ayudo a tener constancia en su
servicio. La perseverancia, Gran problema, cuestión capital de vida, tormento
perpetuo de las almas que quieren salvarse. Por eso, acuden a mi Perpetuo
Socorro para que yo pueda interceder por ustedes ante la Santísima Trinidad,
para que hagan la voluntad de Dios. Recuerden también que yo los amparo en la hora
de la muerte. Terribles son las penas de los moribundos. Todo conspira a ser espantosos
y terribles aquellos últimos instantes: el recuerdo de los pecados cometidos,
el temor de los juicios incomprensibles de un Dios ultrajado, la incertidumbre
de la eterna salvación; todo, absolutamente todo. En las angustias y en las
tentaciones con que te asaltará el demonio en la muerte para hacerte
desesperar, mi Perpetuo Socorro te dará fortaleza, y aun iré Yo Misma a
defenderte.
En
el Purgatorio, también los favorezco. Como piadosa Madre socorro a mis devotos,
no sólo en todas las necesidades de la vida y de la muerte, sino también en el Purgatorio.
Como Reina de Misericordia, me ocupo con más eficacia en socorrer a las almas
que se encuentran purificándose, doy alivio a todas aquellas almas infelices cautivas,
en esta prisión.
REALICEN ESTE ACTO DE
CONSAGRACIÓN:
¡Oh María! Ya que para inspirarme confianza
habéis querido llamaros “Madre del Perpetuo Socorro”, yo (decir el nombre),
aunque indigno de ser inscrito en el
afortunado número de vuestros siervos, deseando, no obstante, participar de los
benéficos efectos de vuestra misericordia; postrado ante tu Trono, consagro mi
entendimiento, para que piense siempre en el amor que mereces; te consagro mi
lengua, para que ensalce tus grandes prerrogativas y propague tu devoción; te
consagro mi corazón, para que, después de Dios, te ame sobre todas las cosas.
¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Sé que me amas
más de lo que yo puedo pensar; por eso te constituyo Señora y árbitra de mis
intereses y de todas mis cosas; dispón, pues, libremente de mí y de cuanto me
pertenece conforme más te agrade. Bendíceme, ¡Oh Madre mía!, y con tu poderosa
intercesión fortalece mi flaqueza, a fin de que, sirviéndote fielmente en esta
vida, pueda alabarte, amarte y darte gracias en la otra eternamente!
Amén.
¡Oh Madre María! Madre del Perpetuo Socorro!, rogad por mí.
Reciban Mi amorosa bendición bajo la Advocación de la “Virgen del Perpetuo Socorro”.
AMEN, AMEN, AMEN.